Todo se derrumba,
la noche es fría y oscura,
la fatiga se apodera de mi corazón
y el desaliento de la muerte resuena en mí.
Las lágrimas brotan por doquier.
Y sin embargo,
el nuevo día vuelve a emerger
y brillar tan bello como siempre.
Me siento acogido, en la calidez
de un amoroso abrazo
y a cada paso acompasado,
sobre la oscura y fría noche,
se abre una flor,
una roja y brillante flor,
que cubre un frágil y desnudo cuerpo,
una flor, que anticipa
la nueva primavera.